El sillón está vacío, Ni un alma lo ocupa,
Sobre él se halla el libro,
Que recuerda a la amada.
Cual hombre viera sus escritos, entendería el ansia,
El amor ya sentido, por su corazón escarlata.
Brillaba su alma cual piedra preciosa,
Que al corazón de su lector cegaba.
De ojos verdes era ella,
De labios rojos llenos de ofertas,
De palabras libres que enredaban,
Con los finos hilos de su espera.
“¿Por qué te abates alma mía?,
¿Por qué tú gimes dentro de mí?,
Si sabes bien que dado a la espera,
Ella habitará junto a ti”.
Y cual sentido se encuentra en ésta,
Prosa de larga idolatría,
A su figura, a sus gemidos, a su cariño y compañía,
Si no se resalta ese libro, aquel escrito que lo ilumina,
Con la luz de su recuerdo, aquella amante que lo acobija.
Cristian Dickson e Isaac Vílchez
Viernes 16 de abril del 2010 a las 1:00 P.M.
Sobre él se halla el libro,
Que recuerda a la amada.
Cual hombre viera sus escritos, entendería el ansia,
El amor ya sentido, por su corazón escarlata.
Brillaba su alma cual piedra preciosa,
Que al corazón de su lector cegaba.
De ojos verdes era ella,
De labios rojos llenos de ofertas,
De palabras libres que enredaban,
Con los finos hilos de su espera.
“¿Por qué te abates alma mía?,
¿Por qué tú gimes dentro de mí?,
Si sabes bien que dado a la espera,
Ella habitará junto a ti”.
Y cual sentido se encuentra en ésta,
Prosa de larga idolatría,
A su figura, a sus gemidos, a su cariño y compañía,
Si no se resalta ese libro, aquel escrito que lo ilumina,
Con la luz de su recuerdo, aquella amante que lo acobija.
Cristian Dickson e Isaac Vílchez
Viernes 16 de abril del 2010 a las 1:00 P.M.
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